domingo, 25 de marzo de 2012

Tristán Rodríguez y Tomás Bravo: TODO VALE

SI ESTOS NO SON OREJUDOS,
¿LOS OREJUDOS DÓNDE ESTÁN?





Categoría Nº 2: jueces de cámaras de apelaciones.

Postulante: Jane Doe.

Postulados: Tristán Rodríguez y Tomás Bravo




En 21 de abril del año 2010, la joven YC recurrió a la Mesa General de Entradas de la Defensorías Civiles del Departamento Judicial Lomas de Zamora, para realizar una consulta técnica legal que le permitiera proceder a la correcta inscripción de su hijo, ya que en la constatación de parto había brindado una identidad falsa.


La abogada Daniela Martínez, Secretaria de la Mesa de Entradas de la Defensoría, quien la atendió, luego de escucharla, la denunció ante la fiscalía departamental por el mismo hecho que la consultante le acababa de comunicar.


En fecha 11 de abril del 2011 se notificó a YC del inicio de investigación penal preparatoria (IPP 00-022911-10) , en orden del delito de "Falsedad ideológica de instrumento Público".


La defensora penal interviniente en defensa de YC, Marcela Piñero, realizó el  23 de mayo de 2011 un planteo de nulidad por violación al secreto profesional y deber de confidencialidad y se lo puso en conocimiento del Defensor General Departamental. El Defensor General, Germán Bauché, avaló la actuación de su secretaria. El Fiscal y el Juez de la causa rechazaron el planteo. La defensora recurrió a Cámara, y el día 30 de diciembre de 2011, la Sala III de la Cámara de Apelación y Garantías, con la firma de los jueces Tristán Rodríguez y Tomás Bravo, rechazó la apelación y confirmó lo resuelto por el Juez de Garantías. En su resolución afirman que la secretaria de la defensoría no violó ningún principio, puesto que la ley establece que el servicio de la defensa pública es prestado sólo por los defensores oficiales y no por los secretarios, y que por lo tanto a ellos no les alcanza el deber de confidencialidad.


En resumen: la secretaria de la defensoría denuncia a su propio defendido por el mismo hecho que éste le ha consultado. Y la actuación es avalada por la defensoría general, la fiscalía, y los jueces, tanto de primera instancia cómo de alzada.

El hecho y su resolución es de importantísima gravedad institucional, por lo que supone y lo que afirma, con tal de salvar la responsabilidad de la secretaria de la Defensoría General.


Primero, afirma que los secretarios de las defensorías, no son parte del Ministerio Público de la Defensa tal como lo establece la ley. Por ello, afirma, no están revestidos del principio de confidencialidad. Lo cual supone, a la inversa, que como funcionarios públicos, están obligados a denunciar todo delito del que tomen conocimiento, incluso de los defendidos de las defensorías donde trabajan. Es decir, que un secretario de una defensoría debería denunciar todo delito que conozca de parte de los defendidos de su titular.


No sólo esto no permitiría a ningún defensor delegar entrevistas, atención al público y actos procesales diversos a los secretarios (que se supone, son abogados especialistas en su función y deben trabajar con la máxima confianza de su titular), volviendo su función absolutamente inocua e innecesaria; sino que, además, el defensor titular debería incluso ocultarles a sus secretarios lo que sepa del caso y que pueda perjudicar a su defendido, suponiendo una lógica de trabajo esquizofrénica.



La resolución de la sala III de la Cámara es gravísima por lo que sus argumentos dicen e implican tácitamente sin decir. Y no sólo viola numerosas normativas nacionales e internacionales, viola cualquier criterio jurídico, y cualquier criterio práctico de organización de justicia (*).



Extracto de la noticia publicada en Pensamiento Penal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Puedo hacer una postulación al colmo de la incoherencia?????? Se trata del Instituto Universitario de la Policia federal Argentina. Por razones políticas, han "impuesto" de decano en la carrera de abogacia.... a un NO Abogado. Asi es, se trata de un licenciado, creo que en seguridad o algo así., quien por "designación " de "arriba", vino a desplazar al antiguo decano.